Mamen y Engracia en degeneración progresiva a los postres... Manuel era un rancio tranquilo... a sus 65 años y después de trabajar 45 en la misma empresa, tarareando marchas y quemando incienso en sus ratos libres, le había llegado el momento de jubilarse... y aquella comida de Navidad iba a ser
la reivindicación de su existencia...
Don Ramón, más conocido entre sus trabajadores como
don Mamón...
o simplemente
Mamoncete... era el nieto del que fuera primer jefe de Manuel, Don Ezequiel, fundador de la empresa hoy dedicada al hormigón
gunitado a presión... pero que empezó siendo una alpargatería...
para Manuel,
Don Ramón era un niñato de esos a los que no les falta un laurel: gafas gigantes, todoterreno gigante, corbata gigante, reloj gigante, poros gigantes... que se cuidaba, vamos... ¡
lo que se dice un parguela!... después de muchos años haciendo de mayordomo y prioste de su jefe, Manuel no es que sintiera odio hacia él... más que odio... lo que pasa es que... ¡le daba mucho coraje!... este año y para la ocasión, Manuel estaría sentado a la diestra de
Mamoncete y cuando éste le cediera la palabra...
le vomitaría en la pernera...el plan era redondo...
transcurría el ágape dentro y fuera de los límites de la decencia, como es normal en estos casos, antes de que los discursos dieran paso a la degeneración progresiva y la decadencia... Manuel estaba muy nervioso, Don Ramón se había ausentado de la mesa y nadie sabía su paradero...
de repente, algo sobresaltó a las empleadas... algunas se levantaron y desaparecieron de la escena para, acto seguido, volver sujetando a Mamen... parecía mareada, pálida, lacia y destartalada... melopea considerable,
gómito reciente... cinco horas de
pelu para esto...
Mamen llevaba poco tiempo en la oficina; era una chica
con talento y muy ambiciosa... pero principalmente
tenía un ombligo perfecto a la altura del pecho de Don Ramón... y se había vestido para enseñarlo...
en medio de la vorágine a Manuel le sonó el móvil... ¡era Don Ramón!...
-Manuel, tiene que ayudarme... estoy en el servicio de caballeros y...
me han gunitado la bragueta... venga enseguida...mejor ahorrar detalles... lo que en principio parecía el fin de su plan, se convirtió en catalizador para su lado más oscuro:
el rancio retorcido...
-Tome, Manuel, veinticinco mil pesetas... ya estará abierto Caramelo... (by Antonio Pernas, pensó el gachó...) ande y cómpreme un pantalón, una camisa y unos calzoncillos, y tráigamelos lo más rápido posible...
no pierda la calma... ¡ah!... y no ha visto nada, ¿me entiende?...Manuel, prioste de vocación, apuró el fajo en
Idígoras con un gusto absolutamente exquisito... y volvió presto...
-Oiga, pero esto qué es... ¿y no hay vuelta?... ¡para salir del paso, Manuel... para salir del paso!... ya hablaremos usted y yo, ya...Manuel y Don Ramón, impecable, volvieron con naturalidad a la mesa y sentáronse juntos pues...
había llegado el momento de los discursos... y Sevilla, amigos...
eeeeeeeeh he he he heee...
Sevilla siempre será un circo de cuatro pistas...* comentario publicado por eres_mi_cruz en canalrancioblog 10/DIC/2007